Hace días vengo con ganas de
escribir sobre el bello nacimiento de Raúl y la increíble experiencia de estar
ahí, sobre lo complicado que es aprender todo lo referente a la paternidad y a cuidar
a un ser humano indefenso y que solo se puede comunicar mediante el llanto.
Pero podría enfocarme más en
otro asunto, más específicamente en esta entrevista que para este particular me
parece sumamente valiosa.
No puedo de ninguna manera
desvirtuar la ilusión y la felicidad que un hijo trae a la vida de los padres, -en
el mejor de los casos- pero la realidad es menos romántica, actualmente en
Costa Rica y el mundo, (según el artículo) la mitad de los embarazos de clase
media son no deseados; alarmante? Claro que si!
Metido en los zapatos de
papá, vivo en carne propia las dificultades y complicaciones de traer un hijo
(a) al mundo, y eso que Raúl solo tiene 1 mes y es un niño bien portado, no
estoy renegando, María y yo planeamos este embarazo desde hace años y sabíamos
de alguna manera lo que se venía, lo afrontamos y estamos que no cabemos, estas
letras están dirigidas a ese enorme porcentaje de la gente que no “pide” bebé y
zaz!, se viene; algunos dirán: es una “bendición” otros que el bebé viene con
un bollo de pan bajo el brazo, otros que “diay, le tocaba” todo lo anterior
para de alguna manera justificar la torta.
Traer una persona más al
mundo es cosa seria, nada tiene que ver el bollo de pan, tiene que ver con la
irresponsabilidad o falta de conocimiento y educación sexual adecuada para
evitar tanto innecesario embarazo no deseado.
No me quiero imaginar a las
parejas que con situaciones económicas complicadas, matrimonios en proceso de
separación o peor aún adolecentes, salgan con la torta del embarazo, el infierno que sería tanto para los conyugues
como para el hijo (a).
Sé que muchos me van a
criticar por esto.
A nadie le dicen como es en
realidad, todos los protocolos sociales están destinados a asimilar de manera
positiva la llegada del bebé (insisto que este no es nuestro caso pues Raúl
lleva tiempo de ser planeado) te de canastilla, curso prenatal, miles de
felicitaciones etc. Cuando el bebo nace y la gente lo conoce, se acabó la
fiesta y la realidad abofetea, muchos solo atinan a decir: “duerman mientras
puedan”. El trabajo es duro, pues si solo fuera la falta de sueño sería un
vacilón… pero la cosa va más allá, desde
el cambio en la dinámica de pareja, la afectación sicológica y física, adivinar
constantemente que es lo que le ocurre hasta ser prácticamente un esclavo del
bebo; esto es desgastante y para parejas no preparadas y mujeres solas la carga
es –creo yo- insoportable.
Me basta con tener una
relación fuerte y abierta para, desde mi esquina, soportar las dificultades
antes mencionadas (entre otras). Como hombre nunca sabré lo que es dar de mamar
ni parir, y conste que estuve ahí viendo, incapaz de entregar ningún tipo de consuelo
más que el de mi sola presencia transformada en silenciosa compañía, anulado
completamente en todo sentido hasta que el parto se da
Ser padres es la experiencia
y el sentimiento más maravilloso que hay, es tener una personita que necesita
de uno todo el amor, cuidado y enseñanzas que se le pueda entregar, y uno lo
hace con todo el amor, por tanto a todos aquellos que no se sienten
comprometidos a cambiar su vida y dar de sí todo lo que ellos necesitan sería
una lástima que ingresen a esta etapa por simple “torta” o presión social y
desperdiciar la gran oportunidad de sentirlo y vivirlo.
Finalmente debo decir que estas
letras no están destinadas a desencantar a quienes quieren ejercer la paternidad
sino que conozcan de antemano algunas de las verdaderas complicaciones de este
estado y no solo se dejen llevar por lo que la gente generalmente dice.
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